martes, 23 de abril de 2013

Maestros enganchados al aula


En el periódico "El País" he encontrado una noticía que me ha llamado la atención.
 
 
Profesores jubilados continúan como voluntarios impartiendo clases de alfabetización a inmigrantes, a mayores o de refuerzos escolares a niños.
 
Francisco Caballero, a sus 63 años de edad, trabaja como voluntario en el centro cultural de su pueblo (Sonseca, Toledo), con el que da clases de español dos días a la semana. Las estudiantes son todas mujeres inmigrantes: hoy están Navila y Zoha (marroquíes) y Naseem (paquistaní). “Hay también alfabetización en el centro de adultos, pero allí no van porque hay hombres entre los alumnos. Por eso a esta clase la llaman la de las señoras”.
 
Ahora, jubilado, da clases a las madres —hasta hace poco lo hacían dos profesoras a las que despidió el Ayuntamiento por falta de fondos—. Hasta nueve mujeres se juntan en su clase, a las que muchas veces acuden con sus hijos: algunos, de unos meses; otros, de dos años.
Francisco Caballero siegue dando clases porque se siente útil, porque puede seguir haciendo lo que ha hecho durante toda su vida: intentar ayudar a la gente.
 
 
Como Caballero, multitud de docentes retirados de toda España siguen dando clases como voluntarios, dan charlas, apoyos extraescolares en asociaciones de mayores...
 "Los docentes jubilados sí son, a nivel general, más aficionados a la participación en actividades sociales de tipo formativas", explican las profesoras de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Valencia Amparo Oliver y Laura Galiana, aunque advierten que sus investigaciones se han centrado en docentes universitarios retirados. En este caso, hablan de una “preocupación por establecer y guiar a la nueva generación”, que no desaparece tras la jubilación, “sino que sigue constante y mueve a las personas a querer ofrecer sus habilidades y conocimientos al resto de miembros de la sociedad”.
 
Estos maestros, explican que por justicia deben ayudarles ya que entre otros motivos están aquí, en nuestro país por necesidad. La sociedad les ha dado muchas oportunidades y tienen que devolverlas.
Explican que siempre han tenido una especial sensibilidad con la gente que no ha podido estudiar.

Desde mi punto de vista, me parece por parte de estas personas un gesto de generosidad actuar de esta manera pero por otra parte, como chica jóven pienso que si los jubilidados siguen ocupando puestos de trabajo cuando nos incorporaremos los jóvenes al mercado laboral. Ellos deberían disfrutar de su jubilación y dejar paso a las nuevas generaciones.




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